jueves, 27 de septiembre de 2012

José Zambrano: de prófugo de la justicia a paladín de la democracia

VenePirámides

José Zambrano es una de esas expresiones de la democracia venezolana en las cuales la movilidad social es llevada a sus extremos más absurdos. Zambrano era un ilustre desconocido, que inició su vida profesional vendiendo ropa de caballeros y, a través de una serie de negociaciones de cuestionable legalidad, logró comprar el control de BaNorte de manos de Carlos Gill Ramírez, para luego llegar a celebrar un convenio de compra del finado Banco Federal que la Superintendencia de Bancos no llegó a aprobar. Como suele ocurrir con toda institución financiera comprada por una persona que carece de los conocimientos y experiencia para operarla, así como la idoneidad moral para conducirla, su nuevo administrador concedió una enorme de cantidad de créditos a empresas relacionadas que resultaron irrecuperables, y la empresa fue arrastrada por la crisis financiera del 2009, lo que llevó a la Superintendencia de Bancos a  intervinir a BaNorte. A Zambrano le dictaron orden de captura en medio de un procedimiento seguido por la Fiscalía, está solicitado por Interpol y es prófugo de la justicia venezolana.

Las andanzas que llevaron a Zambrano al control y quiebra fraudulenta de BaNorte han sido ampliamente reseñadas por Wikianticorrupcion.org, entre otros, y fueron convenientemente omitidos en la biografía que presenta en la página de su fundación.

Con este prontuario nada envidiable, Zambrano lleva nuestra capacidad de asombro a límites antes desconocidos al convertirse, desde su guarida temporal en el Estado de Florida, en un improvisado paladín de la democracia con su Zambrano Foundation desde la cual dice "promover proyectos para educar, entrenar y tutorear a la nueva generación de líderes de las Américas". Desde esta trampajaula se propone desarrollar el 15 de Noviembre un Simposio sobre la Democracia en las Américas al cual dice haber invitado en sus correos electrónicos promocionales a los ganadores del Premio Nobel (y grandes incautos) Oscar Arias y Gene Sharp. Resulta increíble que estos prestigiosos personajes no hagan un mínimo de investigación respecto del "background" del promotor del evento, y presten su imágen a convalidar la ficción del prófugo al presentarse como un adalid de la democracia. Un mínimo de investigación arrojaría un prontuario que los avergonzaría de prestarse a semejante charada.

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